Por Jesús Guzmán
TW: @SoyJesusGuzman
Aunque por definición nuestra estatura es “menor” a la de muchos, no somos ninguna minoría y mucho menos en este país. Además podemos hablar abiertamente de esto sin ningún complejo de inferioridad porque, ante cualquier crítica, por lo mismo de la estatura, el saco nos queda siempre grande.
Desde niño ser chaparro tiene ventajas, como ser el primero en la fila de la escuela, nunca te cae la piñata encima porque tú no la puedes romper y al hacer maldades con los amigos nunca te echan a ti la culpa porque pareces el hermano menor al que arrastraron contra su voluntad, ¿cómo van a sospechar que alcanzas el timbre para después echarte a correr con esas piernitas?
Luego creces (de edad, al menos) y las ventajas son otras. Puedes ir en el segundo piso del Turibús sin ningún temor a ser golpeado por una rama. La gente alta no puede disfrutar tranquilamente del paisaje por cuidarse de no quedar atorado en un cable de luz mal puesto o decapitarse con la rama.
En los asientos de clase turista de los aviones hasta te sobra espacio. Lo mismo si en el coche te toca ir en el lugar de atrás.
Sales hasta adelante en todas las fotos de grupo sin andarte esforzando ni parando de puntitas como los demás porque automáticamente todos te mandan al frente. Nunca falla.
Si no encuentras nada que te guste al comprar ropa, siempre está el departamento de niños. ¿Qué no hubo de tu talla? No hay problema, hoy diseñan ropa para niños idéntica a la de los adultos, muchas veces más barata. Caquis, jeans, playeras, chamarras, lo que se te ocurra.
No te vuelves un obsesionado de tu apariencia ni metrosexual porque no alcanzas a verte en la mayoría de los espejos.
Si en la boda se organiza la fila con limbo y baile, tú pasas caminando tranquilo y sin jadear por abajo de la vara.
En el cine los de atrás no te odian porque es imposible que les tapes y si el de la taquilla se amensa pagas boleto de niño.
Si te paras frente a una mujer alta (o en tacones) tienes un gran panorama sin necesidad de disculparte por no verla a los ojos, porque ella sabe que para ti eso requiere un mayor esfuerzo. No es tu culpa tener su escote en tu plano visual.
En el fut puedes burlar al otro sin perder la pelota. Al momento de hacerle “túnel” al jugador contrario, no te limitas a sólo pasar el balón por debajo de sus piernas, sino que tú puedes pasar también.
Puedes revivir tu infancia y subirte con tus hijos, sobrinos o solo al juego que quieras en Disney, por muy infantil que éste sea, sin rebasar el límite de estatura.
Te libras de muchas peleas en bares, porque nunca faltará quien le diga al otro “ya párale, el chavito no quiere nada contigo” o de plano te defiende tu vieja.
Tus posibilidades de sobrevivir son altas (no como tú). Ya sabes: empieza a temblar, se incendia el centro comercial o se hunde el barco (o bueno la trajinera) y siempre hay alguien que grita: “¡niños y mujeres primero!”