Por Karim Buchain
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Los elegantes y los especialistas le llaman “halitosis” al mal aliento, pero si a alguien le huele mal la boca es difícil que se lo digan, con esa palabra o con la que sea. En la mayoría de los casos, el mal aliento viene de no lavarse bien los dientes y la lengua. Lo normal es tener bacterias en la boca, pero cuando hay restos de comida se multiplican y hacen que huela mal. En algunos otros casos puede ser una señal de alerta de que algo anda mal en el sistema digestivo, en el hígado o el riñón. Sea como sea, el mal aliento molesta.
Es normal amanecer con aliento de dragón, porque al dormir generamos menos saliva y en una boca seca se multiplican las bacterias apestosas. Por eso hay que correr a lavarse los dientes a la mañana siguiente del one night stand. Un mal aliento continuo es de preocuparse. Lo más probable es que se arregle con buena higiene dental y con cepillarse la lengua. Si eso no basta, tu boca grita para decirte que puedes tener gingivitis, periodontitis o una caries que formó una cavidad en un diente o muela donde hay restos de comida y bichos.
¿Qué hacer? ¿Qué parte de lavarse bien los dientes no has leído? Los chicles con menta o canela, las pastillas, el perejil, la hierbabuena y el cardamomo solo enmascaran el olor. Si los usas muy seguido, es un claro síntoma de que ¡tienes que ir al dentista!
Cosas que puedes estar haciendo mal
No lavarte cada vez que comes. Está bien comer cinco veces al día para estar en línea, como recomienda el nutriólogo, pero si dejamos que los pepinos con linaza, la manzana, el amaranto y las almendras pasen mucho tiempo en la boca, van a aparecer bacterias patógenas. Hay que lavarse los dientes después de cada comida y de cada snack. Y no comer después. O sea, que no se vale ir por unas tres almendritas más, ni mucho menos por palomitas, papas, sándwiches y galletas. Tomar café no es tan grave si no le pones azúcar.
No estrenar cepillo. Por más cariño que le tengas a tu cepillo, debes dejarlo ir y, si regresa, vuélvelo a tirar. Tienes que estrenar máximo cada tres meses o después de alguna enfermedad, si no lo único que haces es embarrarte los bichos.
No usas hilo dental. La limpieza diaria con hilo es bá-si-ca. Es más, si tuvieras que elegir entre el cepillo y el hilo, el hilo gana por mucho porque llega a rincones donde están las bacterias de nido y reduce el riesgo de desarrollar enfermedades cardiacas. ¡Lo de elegir entre una cosa y otra era sólo para explicar, eh! ¡Usa los dos!
No mantienes húmeda tu boca. Tienes que tomar al menos dos litros de agua diarios. Mascar chicle o caramelos (sin azúcar, claro) también estimula la salivación. Puede que tengas la boca seca por alguna medicina, problemas en las glándulas salivales o que respiras mucho por la boca. Si es necesario ve al doctor.
¿Cómo sé si lo tengo?
1. Cubre con las manos tu nariz y boca y sopla. Si el mal aliento es muy fuerte lo vas a notar. No es infalible.
2. Revisa tu lengua: si tiene una película blanca es probable que huela mal.
3. Algunos dicen que hay que poner saliva en la muñeca, como cuando pruebas un perfume. No funciona.
4. No te confíes en los aparatitos que venden en las farmacias. Sólo detectan los compuestos volátiles de sulfuro. Pero no son la única causa de mal aliento, así que puede salir negativo y todavía parecer que desayunaste tamal de axila de zombi.
5. Lo más efectivo y sencillo es preguntar (y no enojarse con la persona por su sinceridad).
Tu aliento grita
El mal aliento es una forma que tiene el cuerpo de anunciar que está enfermo. 85% viene de mala higiene de la boca, pero, como dice la gastroenteróloga Ana Teresa Abreu, puede ser síntoma de otros problemas:
1) En el aparato respiratorio, cuando el moco huele mal, o amigdalitis.
2) Por reflujo o un divertículo en el esófago.
3) Por un problema sanguíneo, síntoma de cáncer de mama o de pulmón, alguna enfermedad del hígado o insuficiencia renal, entre muchas otras.
4) Causas psicológicas, por una psicosis hipocondriaca, o neurogénica, en la que el olfato siente algo que no hay.