¿Cómo cuidar a tu niño interior? Estos consejos te darán ese confort que necesitas, especialmente si tienes heridas de la infancia.
Cuando se ve a una joven haciendo un berrinche igual que una niña de 3 años o a un hombre emocionarse como un niño de 5 al comprarse un auto nuevo, son actitudes que están totalmente vinculadas con su niño interior.
Muchos de nosotros hemos vivido muchos años buscando el amor, la aprobación, la valoración y el apoyo de otras personas; si comprendiéramos que eso que buscamos, es precisamente lo que nos demanda nuestro niño(a) interior herido(a), podríamos avanzar en este extraordinario viaje denominado vida.
¿QUÉ ES EL NIÑO INTERIOR?
El concepto de «niño interior» tiene origen en el psicoanálisis y «se refiere a todas las experiencias que tenemos cuando somos pequeños, cuando nos vamos estructurando como personas independientes y aprendemos valores, límites, cómo comportarnos, cómo interactuar con los otros; todo esto nos conforma y nos deja una huella muy importante en esos primeros años de vida», explica la sicóloga Amparo Miranda Salazar al Chicago Tribune.
De acuerdo con la Asociación de Mexicana de Psicoterapia y Educación el niño interior representa uno de los regalos mas útiles ya que es una herramienta indispensable para trascender especialmente en temas de autoestima, pareja, relación con los padres y una larga lista de beneficios, no solo a nivel personal sino también profesional aplicado en terapia a los pacientes.
¿CUÁLES SON LOS DAÑOS QUE PUEDES TENER EMOCIONALMENTE?
Consecuentemente, con las primeras heridas, empezamos a construir nuestras propios caparazones, es decir, a generar mecanismos de defensa, que nos permitan adaptarnos y sobrevivir y en este sobrevivir -que no es lo mismo que vivir-, vamos quedando enredados en una lucha interminable con la vida, en lugar de experimentar la danza de la vida, que es la danza de la creación.
Por ejemplo, un niño que recibe atención cuando está enfermo puede acabar usando la enfermedad para obtener cariño, desarrollándose en un adulto victimista o hipocondríaco para llamar la atención.
Tal vez, si es aplaudido por algo que hace bien, el niño puede quedarse atrapado en la necesidad de ser brillante y perfecto para mantenerse en esa postura de halago y reconocimiento, “también el amor excesivo o sobreprotección deja una huella indeleble en el alma del niño, haciéndolo temeroso, inseguro, rebelde, agresivo o aislado y tímido, además de endeble emocional…” explica Raquel Levinstein.
¿CÓMO CUIDAR A TU NIÑO INTERIOR?
A continuación te compartimos estos consejos que nos regala The Holistic Psycologist para poder tener una mejor relación y cuidar a tu niño interior, recuerda identificar esos problemas de infancia en tus actitudes diarias.
Deja la culpa. Las acciones que tuvieron tus padres contigo son el reflejo de sus propias heridas internas, no dejes que eso te arruine el futuro. Recuerda que los padres en realidad son solo seres humanos al cuidado de un pequeño infante.
Crea hábitos que refuercen el auto cuidado. Al crecer muy pocos vimos ejemplos de auto cuidado en los adultos, por esta razón es importante que creemos hábitos que nos llenen el alma como por ejemplo: hacer ejercicio, meditar, cuidar tu alimentación y estar al pendiente de tus emociones.
Siempre hazte preguntas. ¿Esto que estoy haciendo me resulta útil y sano para mí? ¿realmente quiero esto en mi vida diaria? ¿me afectará en el futuro? si las respuestas son negativas entonces es momento de dejar de hacerlas.
Reafirma el cariño hacia tu niño interior. «Soy responsable de mis acciones», «Tengo la oportunidad de hacer un futuro mejor para mí», «Puedo y estoy listo para sanar», estas afirmaciones te ayudarán a estar en un estado de calma y de autoconocimiento que te llevarán al siguiente nivel de conciencia.
¡Diviértete!. ¿cómo cuidar de tu niño interior? ¡Fácil! Diviértete, busca actividades que te ayuden a ser un mejor ser humano, pero sobre todo que te llenen de alegría y felicidad, pregúntate ¿qué te hacía feliz cuando eras niño? Probablemente bailar, pintar o ver caricaturas.
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