Te revelamos todo lo que debes saber sobre el síndrome del impostor y cómo puede afectar tu vida laboral y personal sin distinción.
¿Te suele pasar con frecuencia que cuando te elogian o te reconocen positivamente por algo, terminas por minimizarte o por atribuirlo a algo ajeno a ti, como, por ejemplo, la suerte, una casualidad y terminas sintiéndote como un fraude pensando que los demás se van a dar cuenta? Si respondiste que sí, te invito a leer este artículo ya que te revelaremos el síndrome del impostor, cuáles son sus características, por qué surge y consejos para erradicarlo.
¿QUÉ ES EL SÍNDROME DEL IMPOSTOR?
Se le llamada síndrome del impostor porque es un conjunto de síntomas y comportamientos que caracterizan a ciertas personas por tener la creencia de que su éxito (de cualquier tipo que este sea), se debe a factores ajenos a sí mismo, y no en realidad, a sus propios méritos, en consecuencia, surgen pensamientos creyendo que otras personas los van a descubrir.
La persona vive constantemente sintiendo que no está a la altura, que sus logros en realidad no son tan valiosos, que no tiene las capacidades o no es lo suficientemente bueno o buena. Sin embargo, algo particular e incluso paradójico de este padecimiento, es que, en la realidad, el mundo externo le dice o le muestra lo contrario, es decir, reconocen su valía. Esta forma de sentir termina por ser muy desgastante ya que, provoca síntomas como ansiedad, culpa, una autoexigencia elevada, por lo que la tensión comienza a acumularse tanto a nivel mental como físico.
¡OJO! NO ES UN TRASTORNO
El síndrome del impostor como tal no es un trastorno, sin embargo, se ha observado que es un sentir bastante común en la sociedad, sobre todo en las mujeres. Las personas que padecen este síndrome provienen de familias con diversas características, por ejemplo, la presencia de figuras importantes y de autoridad como los padres, en el que el nivel de exigencia era tan alto que daba la impresión de nunca poder alcanzar las expectativas, asimismo, actitudes que hacían sentir que nada les llenaba, desaprobaciones constantes, comparaciones, devaluaciones y una escasez de reconocimiento de los logros de sus hijos.
Existen otros casos, donde los padres son muy exitosos a nivel laboral, y siembran en el inconsciente de los hijos una semilla de que la importancia de uno mismo radica en el dinero, en el trabajo, en la reputación; y hay un escaso o nulo reconocimiento del logro individual y singular. Por ejemplo: el caso de un niño que cuando sacaba 10 en la escuela su padre le recriminaba diciendo que tenía que sacar un 11. La persona nunca descansa en la expectativa porque no está acostumbrada a que se le reconozca en sus propios logros y poco a poco, va perdiendo confianza en sí misma.
¿QUÉ PUEDE PROVOCAR EL SÍNDROME DEL IMPOSTOR?
Lo anterior, provoca diversos aspectos psíquicos importantes a tratar. Por un lado, en la infancia comienzan las identificaciones tempranas tanto con el sistema familiar como con la cultura, sociedad, etc. Por lo que vivir rodeado de este tipo de expectativas crea inconscientemente una sensación de que no importa lo que se haga, nunca será suficiente.
Esto también provoca grandes estragos a nivel creativo porque la persona no termina por materializar aquello que tanto desea, ya sea por miedo, por inseguridad de no ser suficientemente, por autosabotaje, por metas muy exigentes, etc. Como resultado, el deseo se malogra.
Cuando el deseo no puede cumplirse porque se ejerce una represión, se genera una frustración interna, y cuando hay frustración interna la persona no puede desenvolverse óptimamente ni consigo misma, ni con plenitud en el afuera. Crecer con estos ideales constantes produce que se introyecten, entonces, se vuelven como un aprendizaje ciego, dónde una voz interna te dice constantemente «Y tú, ¿qué te crees?».
La ansiedad comienza a generar estragos, la baja autoestima se hace cada vez más presente, la culpa comienza a brotar y la autoexigencia crece, colocando expectativas que no se llenan, porque eso es lo que se aprendió, nunca va a ser suficiente. Cuando el otro reconoce mis éxitos, mi sentimiento de insuficiencia crece y, entonces, surge la duda “¿y si descubren que no es real esto en mí?”; porque las cosas no pueden ser tan buenas como parecen, dice la mente. La depresión, en algunos casos empieza a habitar a la persona.
¿QUÉ DEBES DE HACER SI RECONOCES ALGUNOS DE ESTOS SÍNTOMAS?
Es de suma importancia que si reconoces algunas de estas características en tu sistema familiar y de los síntomas previamente mencionados como síndrome del impostor, hagas conciencia de que este sentir es un juego de la mente, del ego, aprendizajes que no son ciertos porque la realidad una y otra vez te demuestra lo contrario, la gente te elogia, te premian, te ascienden, tienes buenas calificaciones o simplemente te va bien.
Contesta unas preguntas que pueden ayudarte a ubicar la raíz si te identificaste con el síndrome del impostor: ¿Cuándo comenzaste por sentir que no eras suficiente? ¿dónde depositas tu valor como ser humano? ¿qué te hace sentir a ti que tienes éxito? ¿en tu sistema familiar dónde ponían la valía de los otros?
¿CÓMO COMBATIR EL SÍNDROME DEL IMPOSTOR?
En primer lugar, aprende a decir gracias, aunque no te la creas, aunque la mente te diga mil cosas en contra, no justifiques nada y simplemente di GRACIAS.
Date la oportunidad de sentir amor, cariño y abraza los cumplidos, te mereces todos los del universo. Recuerda que no eres tus éxitos, no eres tu físico, no eres tus errores. Haz un ejercicio de análisis, honestidad y conciencia personal para responderte lo siguiente: ¿Qué es lo que te hace valorar a otros? ¿Dónde depositas tu éxito? Y posteriormente, haz una lista de lo que te hace ser y sentir valioso.
Hay mucho por desaprender, y un ejemplo de ello son las ideas erróneas que tienes de ti mismo. Pon atención a tus pensamientos cuando te estén llevando a lugares obscuros o que no te enaltecen, que te hagan compararte con otros, a minimizar tus acciones, a hacerte sentir ansioso, etc. Tú no eres tus pensamientos, observa con mayor objetividad y analiza más y mejor la realidad.
Aunque le duela al ego, reconoce que eres humano y que, por lo tanto, no eres perfecto, habrá cosas que no podrás resolver tal cual a ti te hubiera gustado, sin embargo, utiliza esos momentos para apoyarte en otros, encuentra contención con gente de tu confianza, echa una mirada a tu interior para conocerte mejor en esos instantes de incomodidad. Los errores no condicionan tus aciertos, pero sí te ayudan a aprender.
Date la oportunidad de arriesgarte, más vale hacerlo y accionar que limitarte y frustrar tus deseos. Mereces crear, planear, hacer, decir que sí, mereces dinero, amor, paz, éxitos, elogios, todo lo bueno del mundo, es cuestión de que te lo creas. Grábatelo: tú eres quien se tiene que aprobar, tú eres tu público número 1, tú eres tu camino, tú tienes tu propio proceso y, por lo tanto, tú eres responsable de tu propio bienestar, de tu felicidad, de cumplir tus propios deseos y darte satisfacción. Deja de buscar en el afuera aprobación, reconócete, valídate.
Por último, uno de los puntos más importantes, asiste a una psicoterapia. Es fundamental que a través de un acompañamiento comiences a trabajar en ti, en tus deseos, tus logros y tu merecimiento.
Fuente: Paola Sáenz Pardo Psicóloga y psicoterapeuta psicoanalítica, teléfono: 5518103194 Correo: paolee11@gmail.com
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