Enrique Tamés
Decano regional de la Escuela de Humanidades y Educación del Tecnológico de Monterrey
Consulta a nuestro especialista
Según las investigaciones, nuestro cerebro tiene una tendencia a la negatividad:
• Los estímulos negativos producen más actividad neuronal que los positivos.
• Las respuestas a las amenazas son más rápidas e intensas que las que proporcionan las oportunidades y placeres.
• Los sucesos negativos se guardan en la memoria a largo plazo de forma inmediata, mientras que los acontecimientos positivos requieren que pensemos en ellos de una manera activa durante un tiempo estimado de 5 a 20 segundos.
• Tener un buen día no influye en cómo será el día siguiente, mientras que un mal día sí suele predisponer nuestro ánimo futuro.
• Las emociones negativas, unos malos padres y un feedback perjudicial tienen más impacto que las emociones positivas, unos padres ejemplares y un excelente feedback.
• De las palabras con contenido emocional que nos decimos a nosotros mismos, el 62% son negativas, y el 32% positivas.
• El malestar por perder dinero es más intenso que la alegría que da ganarlo.
• Vivimos tiempos donde lo que “está mal” domina sobre lo que “está bien”.
Razones por las que debemos pasarnos el día a carcajadas
Sobran las evidencias de que vivimos tiempos de prosperidad para muchos seres humanos:
• Abundancia, el futuro es mejor de lo que piensas, de Peter Diamandis, donde se comprueba que el presente es más productivo y progresivo que cualquier otra época de la humanidad.
• Los ángeles que llevamos dentro: El declive de la violencia y sus implicaciones es un libro escrito por Steven Pinker que muestras con muchas investigaciones que no hay tiempo más pacífico que el que vivimos en la actualidad.
Sin embargo, a pesar de ello, nuestro sentido común dice que la tragedia está a la vuelta de la esquina:
• EUA, que domina la agenda mundial, sostiene un discurso donde la crítica, la descalificación, la confrontación y el juicio de que “los demás” están mal, es el pan de todos los días.
• Por otro lado, en este año en México domina y dominará la agenda política donde las descalificaciones y las críticas se dejarán sentir con mucho peso.
¿Por qué tendemos a consumir mucho más lo negativo que lo positivo?
• La respuesta es sencilla: estamos programados, desde nuestros genes, a que en nuestras vidas, domine el pesimismo sobre el optimismo. Y he aquí las pruebas.
• Una publicación reciente, del 2011 y traducido al español en el 2014. Sapiens, de animales a dioses. Una breve historia de la humanidad. De Yuval Noah Harari. Este autor judío, muestra un nuevo ángulo de la historia evolutiva de los seres humanos, y una de sus novedosas tesis centrales es mostrar a través de diversas investigaciones que los seres humanos sobrevivimos y por tanto nos conformamos y nos reforzamos como seres que a través del miedo y la atención al peligro evolucionamos. O para decirlo de manera mucho más clara: nuestro pesimismo, y no nuestro optimismo, nos ha hecho sobrevivir como especie humana.
El ser humano valora más lo negativo:
Los seres humanos estamos predispuestos a la negatividad
• Estamos más atentos al peligro que al placer.
• Porque en miles de años de evolución humana, el que sobrevive es el que pone la atención a la amenaza, y ése, es el que pasa su carga genética a la siguiente generación.
• Para ponerlo de manera sencilla: no es el más poderoso, no es ni siquiera el más inteligente, es el más miedoso el que sobrevive.
Relacionada con la premisa anterior: los seres humanos estamos compuestos por genética y por conductas aprendidas:
• Las investigaciones recientes muestran que estamos definidos mucho más por nuestros genes que por lo aprendido en nuestro alrededor.
• ¿Nature o Nuture? La respuesta es Nature.
• De modo que, hacerle caso a nuestros instintos, a nuestro “sentido común” es más poderoso que hacerle caso a las evidencias que están enfrente de nosotros.
• Somos suspicaces por naturaleza, sobretodo de los placeres y de las buenas noticias.
¿Se han preguntado qué tan felices son en realidad? Escuchen esto
Lotería cortical:
• Así le llaman los científicos, esto quiere decir que hay seres humanos que tienen más facilidad que otros para producir lo que se denominan “happy hormones” (endorfinas, dopaminas, serotoninas, oxitocinas).
• Lamentablemente, las evidencias muestran que son pocos los seres humanos que se les facilita la producción de estas hormonas, el resto de los seres humanos, que somos la franca mayoría, no nos sacamos esta “lotería”, de modo que tenemos que trabajar mucho, muchísimo para producirlas y por tanto sentirnos “bien”.
Es muy difícil que un ser humano cambie de opinión
• Durante mucho tiempo tuvimos la creencia que cuando información nueva entra a nuestro cerebro y contradice la información vieja, la nueva sustituye a la vieja. Bien, pues esto no es cierto, pasa exactamente lo contrario: es la información vieja la que descalifica a la nueva, de modo que es muy difícil para los seres humanos cambiar de opinión, cambiar de costumbres, cambiar de creencias.
• Si somos pesimistas por naturaleza, y las evidencias a nuestro alrededor dicen que ya no hay razones para ser pesimistas, ¡no importa! Seguiremos con nuestras ideas viejas acerca de la realidad.
Somos emocionales
• Jill Bolte Taylor, una destacada estudiosa del cerebro humano, sostiene: la evidencia científica de los años recientes nos muestra con toda claridad que los seres humanos no somos seres racionales que sentimos, somos seres sintientes que razonamos.
• Y mientras no cambiemos nuestra emocionalidad (somos pesimistas por naturaleza y esto tiene que ver menos con nuestra razón, y más con nuestra emoción), no podremos modificar nuestra manera de pensar.
• Pensamos que si cambiamos nuestra manera de pensar, cambiaremos nuestra manera de sentir, cuando en realidad es al revés.
10 cosas que hacen que no sean todo lo felices que podrían ser, ¡AGUAS!
Conclusión: nos abruma el pesimismo porque eso nos ha ayudado a sobrevivir durante miles de años de evolución, sin embargo, poco a poco nuestro entorno ha cambiado y tenemos como especie humana el reto de acelerar nuestro lento proceso de evolución ye generar condiciones para que los seres humanos podamos no solo sobrevivir, sino florecer.