Julia Borbolla, psicóloga
Creadora de los proyectos Antenas y Escudo de la Dignidad (ambos con la patente mundial).
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Llega la adolescencia, y parece que ha llegado un extraterrestre a nuestra casa. Hay padres que se van preparando, que vamos aprendiendo, pero aún así, hay situaciones que nos sorprenden
¿Qué cambia? ¿Cuáles son las «reglas del juego» que funcionaban en la niñez y que ahora en la adolescencia ya no funcionan?
Cambia todo, hay cambios físicos, emocionales, sociales. Es un cambio radical porque EL CEREBRO VIVE MUCHAS TRANSFORMACIONES. A nivel físico hay una gran descarga de hormonas y a nivel social les importan más los amigos que la familia.
A nivel emocional hay un duelo porque están dejando la infancia, pero además tiene más significado porque los papás están en la crisis de la edad adulta. Entonces, mientras el adolescente tiene un EMBATE DE HORMONAS, EL PAPÁ ESTÁ EN UN MOMENTO EN QUE SUS HORMONAS ESTÁN BAJANDO.
¿Cómo se sienten los adolescentes con todos los cambios que ocurren en su cuerpo, en sus pensamientos, en sus emociones?
Los adolescentes sienten miedo, fundamentalmente. Tienen miedo de ser o no ser, de crecer o no crecer, de no ser aceptados. Pero procuran ocultarlo, ya sea a través de agresión o hermetismo, por eso es tan difícil leerlos. Por eso azotan puertas o te hacen ojos de huevo, mostrando enojo para no mostrar miedo o tristeza.
¿Cómo cambia el concepto de disciplina? ¿Cómo tiene que ser esta disciplina?
Ya no funciona la imposición, el “porque lo mando yo” ya pasó de moda.
Aunque hay que tener reglas fijas basadas en valores universales: honradez o respeto.
También hay que tener normas flexibles, DEBES NEGOCIAR.
El adolescente necesita recibir ventajas y como el control de los padres ha disminuido porque ya no tienen tanto control, hay que aprovechar el radio de influencia que son los permisos, el dinero, el acceso a las redes sociales.
Ellos deben recibir un contrato en el que reciben si dan, pero sin agresión y muy tranquilamente porque sus sentimientos están a flor de piel y ya no podemos volver a la amenaza o la nalgada porque ya no son chiquitos.
Los adolescentes nos retan constantemente, ¿Cómo escoger batallas? ¿Cómo gestionar conflictos?
Los padres nos sentimos mal pero tenemos que buscar la forma para no mostrarnos irritados. El adolescente te vende boletos para que te metas al pleito y si tú lo compras y te ensartas, te pones al mismo nivel de tu adolescente.
Lo ideal es no contestar al reto y después buscar la forma de que el adolescente regrese a ti para pedirte algo y es entonces cuando puedes marcarle el error. Ese tipo de respuestas ante los retos, es más maduro que engancharse en una pelea verbal.
¿Qué necesitan de nosotros?
NECESITAN UN LÍDER, necesitan que sigamos siendo sus padres, no sus amigos. Necesitan límites claros pero también justos. Permisos con horario ampliado, más libertad. Porque no pueden tener los mismos límites de cuando eran chicos y entonces ceder en ciertas áreas, cuando hay respuesta de su parte.
Sí, debemos empatizar pero no olvidar que somos sus padres y exigir respeto y obediencia.
Ejemplo: Tienes permiso de llegar a las 10 y conservas ese permiso si lo respetas. Llegas media hora después, es tiempo que me deberás de la siguiente salida.
¿Qué cosas son realmente importantes, y cuáles no son tanto?
Hay que reforzar lo que es la responsabilidad. Porque van los valores implícitos, pero también es importante que sean empáticos que sean conscientes, que tengan consciencia de los social.
A veces quiere estar con sus amigos y no con los abuelitos, pero si es cumpleaños del abuelo, sí tiene que ir. Ahí es cuando no debemos perder autoridad. “Si quieres ir a la fiesta del otro fin de semana, tienes que ir a la de tu abuelo, porque tienes que cumplir”.
Debemos nivelar desde un punto de vista frío, las concesiones que les damos a cambio de las obligaciones que les pedimos.
La adolescencia es un paso importante. Convivir con un adolescente tiene que ser un proceso agradable y no una lucha de poder, los papás tenemos el poder y debemos ejercerlo pero sin agresión.