Liliana Martínez Lomelí
Socióloga de la alimentación por parte de l’École des Hautes Études en Sciences Sociales de París.
Licenciada en nutrición por parte de la Universidad de Guadalajara. Autora de artículos y capítulos de libros, ponente en foros internacionales en Francia, España, Estados Unidos y México. Gastronauta, aficionada a la cocina y a la comida.
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Ojo cuentahabientes, existe evidencia científica que sustenta que las preferencias alimentarias de los críos predicen sus patrones alimentarios como adultos.
• O sea, entender las cosas que influyen y determinan las preferencias alimentarias de nuestros hijos, es importantísimo para su nutrición, su estilo de alimentación y la propensión que tendrán como adultos a enfermedades crónicas causadas por una alimentación no saludable.
• Es muy importante la variedad de alimentos que debemos enseñar a consumir a nuestros hijos.
• Hay una especie de círculo virtuoso ya que el repetir “experiencias de sabores” se promueve que los niños consuman más de aquellos alimentos cuyos sabores les resulten familiares, y también aceptarán más sabores “nuevos”, si a su vez, tienen un abanico de sabores en su mente y paladar.
¿Cómo se construyen las preferencias alimentarias de los niños?
Embarazo
• Existe evidencia de que el gusto se forma desde la etapa prenatal.
• Los sabores de los alimentos que consumes cuando estás embarazada son transmitidos al líquido amniótico y tragados por el feto.
• Los tipos de comida que consumes y los sabores pueden ser experimentados por tu bebé antes de su primera exposición a alimentos sólidos.
• Después del nacimiento, algunos de estos sabores los va a experimentar tu crío a través de la leche materna, que tendrá sabores de alimentos, especias, y demás alimentos que consumas.
Infancia
• Lo que amamos y odiamos de la comida tiene que ver con los factores biológicos, culturales, sociales y psicológicos que nos rodean.
• Por ejemplo, el gusto dulce, es uno de los gustos más primarios que podemos detectar.
• El sabor dulce genera reacciones de placer en nuestro cerebro.
• Esto en parte, debido a una cuestión evolutiva en la que en los tiempos de escasez, se tenía que asegurar una respuesta positiva ante lo dulce, que constituiría fuentes de glucosa necesaria para sobrevivir.
• Un científico psicólogo francés, descubrió que los gustos básicos – amargo, salado, ácido, dulce – provocaban en los recién nacidos y en los lactantes, reacciones que las madres interpretaban como gusto y disgusto.
• Se ha descubierto que en niños preescolares de 3 – 5 años prefieren el gusto de alimentos que están en empaques coloridos.
• Los adultos también hacemos esas asociaciones, cambiando incluso por ejemplo, el sabor y la sensación de un vino en la boca en función de la música que estemos escuchando.
• También factores sociales como el asociar un alimento ha determinado estilo de vida, clase social o estatus moldean nuestras preferencias aún en la vida adulta.
• En un estudio que realicé en mujeres mexicanas viviendo en la región parisina, descubrí que gustaban de comer alimentos pretendidos de ser “buenos para la salud”, que encontraban sabrosos.
• En este sentido, los límites entre una norma dietética y un gusto por placer se hacen difusos.
Además de todas las sensaciones quimio sensoriales, la cultura, el medio social y los vínculos emocionales son formadores del gusto.
• Por ejemplo, una prolongada exposición a alimentos hace que un niño sea propenso a consumirlos.
• Es por eso que se desarrolla un gusto adquirido que en otras culturas no sería aceptado, por ejemplo, lo muy ácido (poner limón a todo), lo muy especiado (poner chile a todo) o lo muy amargo (acostumbrarse a comer mostaza de dijon desde pequeños en ciertas culturas).
Etapas de transición en nuestra relación con los alimentos
• Neofobia alimentaria: miedo a probar nuevos sabores
• Neofilia alimentaria: tendencia a buscar nuevos sabores.
• Antes de los dos años, es cuando los niños están más dispuestos a descubrir diferentes sabores.
• A partir de los dos años, casi tooodos atraviesan por una etapa en la que se niegan a probar alimentos, o tienen fijaciones con un solo alimento, que generalmente es transitoria.
• Algunos estudios de psicología social relacionan a las personas con una tendencia a la neofilia a tener características de resiliencia y adaptabilidad.
¿Cómo influyen los padres en esto?
• El repertorio gustativo de un niño, se ajusta a los límites que los padres demarquen en cuanto a lo comestible y no comestible.
• Este repertorio se comienza a ampliar en el momento en que los niños están en contacto con otros grupos fuera del núcleo familiar.
¿Qué pasa si se obliga a comer algo que es sano pero no lo quiere?
• Cuando obligas a tu hijo a comer cosas que no le gustan, o que cree que no le gustan, es muy probable que desarrolle una aversión.
• Para contrarrestar una aversión, se hace una exposición repetida alimento.
• Se ha descubierto que la influencia de la madre o del padre para que se adopte un nuevo alimento es prácticamente la misma.
• Donde sí existe diferenciación es con los hermanos mayores, puesto que los hermanos pequeños imitan mejor a éstos que a los padres.
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Tips para educar el gusto alimentario
• No forzarlo a comer: Recordar que los niños a partir de los dos años pasan por una etapa de neofobia transitoria, pues están descubriendo el mundo. No forzarlos a comer, puesto que un episodio de coerción puede hacer que desarrollen una aversión.
• No demonizar ni santificar ningún alimento. Por ejemplo, tendemos a decir que “tienen que comer verduras “como si fuera un deber”, que pierde lo divertido. En lugar de eso, integrarlas como parte normal de una dieta cotidiana.
• Finger Foods: Tener siempre a la mano para los niños que se encuentran en etapa de neofobia finger foods, o sea, alimentos que se pueden tomar con las manos sin necesidad de un plato, por ejemplo, bastones de verduras con humus, bocaditos pequeños de pollo marinado y asado, rollitos de envueltos de verduras con jamón, etc.
• Varía los alimentos: Entre más expuesto esté un niño a mayor variedad de alimentos, es más probable que los integre en su repertorio alimentario.
• Tratar de ofrecer alimentos en diferentes presentaciones. Por ejemplo, no es fuerza que a un niño le gusten las verduras cocidas, pero si se le presentan de otra manera (puré, crudas con limón, integrar por ejemplo zanahoria o camote a una sopa de fideo), puede acceder a comerlas.
• Alimentos por imitación: Recordar la importancia del entorno social en la formación de recuerdos placenteros. Si son niños con hermanos mayores, recordar que es más probable que acepte un alimento por imitación del hermano mayor.
• Prepara cosas nuevas: Aún de adultos, podemos estar expuestos siempre a probar nuevos sabores y combinaciones.
• El intentar preparar nuevos platillos, o diferentes técnicas de cocción nos acerca a probar combinaciones que tal vez no hubiéramos imaginado.
• Otra opción que puede abrir nuestro repertorio culinario, es el descubrimiento de cocinas de otros países por medio de sus platillos.
• Esto nos puede inspirar para agregar otros ingredientes a nuestros platos habituales y darles un toque novedoso.
• Realizar actividades lúdicas con los niños, en las que se les involucre en la selección, preparación y consumo de alimentos.
• Involucrarlos por ejemplo en cómo se seleccionan las frutas y verduras, delegarles tareas culinarias de acuerdo a su edad, que se involucren en poner la mesa.
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• No sobre protegerlos: Recordar que cuando los niños son expuestos a otros círculos es cuando amplían su repertorio, y no sobre protegerlos si no tienen ninguna enfermedad relacionada con la alimentación.
• Cuando los niños tienen que convivir en otros círculos como con los abuelos, los amigos, el lunch de la escuela etc, es cuando se van abriendo a otras formas de alimentarse.
• Hacer conciencia de lo que les transmites respecto a la comida: Recordar que el repertorio alimentario de los hijos en tempranas edades, es en muchos sentidos, un reflejo del repertorio de nosotros.
• ¿Qué es lo que nosotros les transmitimos con nuestras actitudes y la forma en la que nos alimentamos? Desde nuestros comentarios de aversión hacia algo, o nuestras ideas preconcebidas sobre alimentos que engordan, prohibidos, etc. Son recibidos por los niños.
• Ambientar la comida: Aún de adultos, reeducar nuestro paladar, degustando y afinando nuestros sentidos a un alimento. Saborear, oler, tocar.
• Para recordar cómo se sensibilizan nuestros sentidos, podemos afinarlos en pruebas a ciegas.
• Poner música placentera o una conversación agradable tienen el poder de cambiar la percepción gustativa de lo que comemos.
Para saber más, aquí.