Sergio Almazán
Periodista y escritor. Autor de libro: “Acuérdate, María”
TW:@salmazan71
Nació en Praga, en la antigua Checoslovaquia el 26 de febrero de 1926 y murió el 9 de marzo de 1955
Miroslava Stern la niña de ojos grandes y mirada nostálgica
Encontró su feliz libertad el día que se suicidó.
Su cuerpo estorbaba para las alas que se extendían en cada noche depresiva.
Miros -como la llamaban sus amigos- el 9 de marzo de 1955 con tan sólo 29 años de edad, comprobó que el ensayo de un crimen podía ser la prueba irrefutable de su muerte.
Miroslava es la belleza que nunca pudo ser feliz en este mundo
Miroslava: hija que no fue
Miroslava tenía una personalidad depresiva, que se formó en los episodios traumáticos de su historia personal.
En su infancia tuvo que abandonar Checoslovaquia, su país natal, debido a las persecuciones de los nazis.
Su padre, el doctor Oscar Sternova, judío, tuvo que revelar que en realidad Miroslava era hija de otro hombre, para que no fuera enviada al campo de concentración.
Dijo que se había casado con su madre, cuando ésta ya estaba embarazada de otro hombre.
A pesar de ello, la familia permaneció tres semanas en un espantoso campo de concentración.
Antes de arribar a México, la familia Stern había peregrinado por Bélgica, Finlandia y Suecia.
Miroslava creció siempre con esa duda. Sentía que nunca había sido una hija querida.
Su orfandad la vivía por dentro, en el simbólico sentimiento de rechazo y abandono.
Miroslava: La huida de la patria…
Una mañana de 1939, el doctor Oskar Sternova oculto entre un grupo de checoslovacos salió de su natal Praga huyendo de un campo de concentración, tras los embates de la Segunda Guerra Mundial, su esposa Miroslava Becha junto con sus dos hijos Ivo y Miroslava huyeron de la hostilidad y persecución nazi.
Huyeron de todo: su casa, su patria, su vida cotidiana, la cárcel, la condena y su abuela paterna Kytzia Golberd a quien nunca pudo recuperar la familia.
El peregrinar de la familia Sternova fue por los países escandinavos: Bélgica, Finlandia, Suecia, más tarde lograron refugio en Londres, Francia, España, Portugal y finalmente, en Estados Unidos.
El doctor Sternova en el camino iba aprendiendo hablar inglés y español, a la vez que curaba y trataba de conseguir recursos para huir de la persecución nazi que había condenado a gran parte de su familia.
Finalmente en 1940 lograron llegar a Nueva York, donde la pequeña Miroslava de escasos 14 años (nació en Praga el 26 de febrero de 1926) quedaría internada en Colegio Americano para aprender inglés, artes gráficas y diseño que eran temas de su interés.
Sola, con las pérdidas a cuestas, Miros comenzó a trazar su destino.
Ese olor de la muerte
En 1942, Miroslava llega a México y en 1945, madre muere de cáncer, que la hunde en una depresión que la lleva a un primer intento de suicidio.
Aquella mañana de 1943 en que su padre la encontró en la regadera de la casa de las calles de Salmón en Polanco, (hoy Presidente Mazaryk), logró provocarle vomitar para evitar la intoxicación por inferencia de barbitúricos.
Su padre decide enviarla de nuevo a Nueva York para que estudie arquitectura y decoración, disciplinas donde encuentra motivos y vocaciones que desarrolla con entusiasmo.
En 1945, Miroslava regresa a México, donde se incorpora a la pujante industria cinematográfica como escenógrafa y diseñadora de imagen para las producciones del momento.
Participa en producciones de Fernando de Fuentes, de Figueroa y en los talleres del reconocido maestro Seki Sano –un director, escenógrafo, director de teatro japonés que creó una generación de actores y directores escénicos en México con su propio método– que le dieron motivos y disciplina necesarias a Miroslava.
Encontró en los talleres del maestro Sano una enorme oportunidad de desarrollarse en la actuación más que en la decoración o la escenografía.
Su belleza incomparable, su acento y disposición para aprender la nueva técnica actoral le abrió un camino para ingresar a la industria cinematográfica de la época de oro en México.
Miroslava: la estrella que brilla
Eran los años decisivos en la transición del cine mexicano que comenzaba a crear y realizar cintas urbanas, historias y melodramas de la ciudad y las emociones profundas dejando atrás las películas del campo y revolución mexicana.
Razón para que el rostro, el carácter y la belleza de Miroslava se incluyera en las nuevas cintas del nuevo discurso melodramático del cine nacional con temáticas y estilos más internacionales.
Es así como Miroslava participa en su primer filme: Bogas trágicas (Dir. Gilberto Martínez Solares, 1946) a lado de Roberto Silva y Ernesto Alonso.
A pesar que el melodrama estaba ambientado en las haciendas mexicanas posrrevolucionarias, la interpretación de la trama siguen el principio de las tragedias griegas, siendo forzada la historia pero logra proyectar la belleza y la disciplina actoral de Miroslava.
Aquella actuación le permite a Miroslava ser vista por los directores de moda como fue el caso de Miguel M. Delgado quien la llama para participar al lado del actor de moda Mario Moreno Cantinflas, quien era ya un actor taquillero y de proyección en la industria.
Es la cinta ¡A volar, joven! (Dir. Miguel M. Delgado, 1947) Donde trabaja la actriz con Cantinflas, quien la pretendió -a pesar de estar casado con otra mujer rusa Valentina Ivanova– y ser 15 años mayor que ella.
Su actuación al lado del taquillero mimo mexicano le permite crecer su carrera actoral a la actriz Miroslava, quien a partir de esa cinta no deja de trabajar para la industria cinematográfica de México y Hollywood.
Vendrían otras cintas entre 1948-1950: Una aventura en la noche (Dir. Rolando Aguilar, 1948) donde actúan en una historia de misterio, interpretando a una joven muerta que aparece en la vida de dos jóvenes. Ese mismo año de 1948, actúa en otras dos cinta donde ya con papeles protagónicos: Juan Charrasqueado (Dir. Pedro Galindo, 1948) al lado del actor galán Pedro Armendáriz.
La otra cinta que protagoniza es Nocturno de Amor (dir. Emilio Gómez Muriel, 1948), a la do de Victor Junco.
En Hollywood, Miroslava actuaría en Las Aventuras de Casanova y volvió a México para trabajar al lado de Jorge Negrete en la cinta La Posesión que fue dirigida por el director de moda Julio Bracho con quien entabló una cercana amistad.
Y en ese 1950 trabajó nuevamente en Estados Unidos junto al director Robert Rossen en la cinta Fiesta Brava.
La otra muerte de Miroslava
Después de su muerte, se afirmaba que Miroslava en realidad había fallecido acompañada de su amante (Jorge Pasquel) en un accidente aéreo en San Luis Potosí.
La gente relacionó dos muertes, la de Miroslava y la de Jorge Pasquel, yerno de Plutarco Elías Calles, político alemanista y dueño del periódico Novedades.
Se decía que Pasquel vendía concesiones aprovechando sus buenas relaciones con el gobierno (era primo de Miguel Alemán) y que controlaba la aduana de Veracruz.
Según los rumores el cadáver del séptimo pasajero, Miroslava, había sido sacado de los escombros de la aeronave y depositado en su cama.
El inspector y médico forense que se encarga de asistir a la escena del suicidio Ignacio Garza Bravo hace la inspección ocular y asienta en el acta pericial: “Se le apreciaron signos de muerte real, no reciente, temperatura inferior al medio ambiente y con rigidez cadavérica.”
La ANDA, en ese entonces presidida por Rodolfo Echeverría, obtuvo la dispensa de la autopsia y fue incinerada a las cuatro de la tarde en el Panteón Civil porque, a decir de su padre, sepultarían sus cenizas al lado de las de su madre en una cripta que poseía la familia en el Panteón Francés de San Joaquín.
Al día siguiente, el diario La Prensa público una entrevista con el actor cubano César del Campo que avivó las sospechas: “La vi y hablé con ella el lunes pasado (7 de marzo 1955). Estábamos en mi casa tomando café y fumando cigarrillos. Me platicó de sus planes de trabajo, que estaba por salir a San Luis Potosí a hacer unas presentaciones personales”.
Para acabar de nublar las versiones, el 13 de marzo de 1955, el mismo diario señaló que las cenizas de Miroslava aun no se sepultaban, pues resulto que el mausoleo, donde se suponía que estaba la madre, no existía Las cenizas de madre e hija fueron a descansar finalmente al depósito de cadáveres.
Frente al rumor, el sábado 12, la policía exhibió las tres cartas de suicidio que Miroslava dejó en la recámara y el peritaje que comprobaba que eran de su puño y letra. Después difundieron la descripción de su recámara. El clima de obsesión por Luis Miguel Dominguín no puede ser más perfecto y por eso casi increíble: la foto del diestro español sobre el pecho, las obras completas de Federico García Lorca y un libro sobre El Greco en la mesa de noche.
Una pregunta obvia es: ¿por qué Miroslava se suicida por un hombre que había protagonizado escándalos amorosos con casi cualquier actriz de moda?, desde Ava Gardner hasta Rita Hayworth, pasando por Carmen Sevilla y la vecina de Jorge Pasquel, María Félix
Las contradicciones surgen de nuevo: Miroslava y Dominguín se conocieron en agosto de 1954 cuando la policía franquista acusó a la actriz de ser espía y le negó la entrada al país.
El torero se ofreció de aval y la acompañó durante su estancia.
Apenas cuatro meses después, la prensa anunciaba el matrimonio de Dominguín con la actriz italiana Lucía Bosé, pero la criada de Miroslava decía que le ocultaba la información periodística que hablaba de la boda: “Sabía yo de antemano que si la señora se enteraba era capaz de sufrir un desmayo”.
Cuesta trabajo creer que la boda tomo por sorpresa a Miroslava: la noticia del matrimonio era casi tan vieja como su amistad con Dominguín.
La historia oficial sobrevivió al rumor. Nunca han existido pruebas para afirmar que Miroslava murió en el avionazo con Jorge Pasquel y que su cadáver carbonizado fue después transportado a la Ciudad de México.
Sin embargo, la historia oficial del suicidio tampoco es del todo coherente.
Si quisiéramos que Miroslava fuera, no un arquetipo de la pasión desgarradora con pijama de seda, sino el de una mujer del Milagro Mexicano, podríamos contar otra historia oficial en la que Miroslava fuera una heroína voluntariosa, a la Nahui Ollín o a la Rivas Mercado: una actriz que escogía a sus amantes sin rubores y cuya reputación fue salvada gracias a las actuaciones de sus más decentes amistades