Laura Rojas-Marcos
Doctora en Psicología clínica y de la salud.
Investigadora, conferencista, psicoterapeuta, docente y escritora. Se licenció en Psicología Clínica en la Universidad de Nueva YorK.
Es miembro de la Real Academia Española de Doctores, psicoterapeuta por la Federación Europea de Psicología, miembro de la Asociación Americana de Psicología, así como de la Asociación Española de Psicología Positiva. Ha sido seleccionada como una de las Top 100 mujeres líderes e influyentes de España. Es autora de varios artículos publicados y los libros Hablar y aprender, El sentimiento de culpa, Somos cambio y La Familia: de relaciones tóxicas a relaciones sanas.
Twitter:@LauRojasMarcos
Instagram:@LauraRojasMarcos
¿Qué es eso de la tiranía de los deberías?
La tiranía de los “deberías” es un concepto interesantísimo que estudió una psicóloga muy famosa que se llama Karen Horney.
Karen explicaba que, muchas veces, los seres humanos caemos en una competición con nosotros mismos o con otra persona.
La tiranía de los “deberías es caer en esos:
“Debería haber sido”
“Debería haber logrado”
“Debería haber dicho”
“Debería no haber hecho”
“No haber dicho”
Entonces, éste es mi “yo” ideal. Esto es lo que yo debería ser. Y este es mi “yo” real, y estoy compitiendo.
Podemos encontrar tres tipos de “debería” en función de hacia qué o quién se dirigen:
1.- Los debería dirigidos hacia uno mismo: “Debo hacer bien todo lo que me propongo”. Dentro de este tipo también se incluirían aquellos “deberías” que responden a lo que los demás esperan de mí: “debo ir, él espera que lo haga”, “debo llamarle”; y los que van encaminados a satisfacer las necesidades de los demás: “debo agradar”, “debo caer bien a todo el mundo”.
2.- Los debería dirigidos contra otras personas: Se tratan de las expectativas que tenemos sobre los otros: “los demás deben de ayudarme a conseguir lo que quiero” o “los demás deben de quererme y darme su aprobación”.
3.- Los debería dirigidos contra el entorno o las condiciones vitales:. Nos desilusionamos y nos sentimos fracasados cuando la realidad no es como “debería” de ser (“la vida no debería tratarme así”; “el mundo no tendría que ser tan injusto conmigo”).
Las consecuencias
Las personas que viven en la tiranía de los “deberías” siempre sienten que no llegan, que no son suficientes.
Suelen sentir una profunda frustración permanente.
No se sienten satisfechas, siempre sienten que pierden.
Pero, también, la tiranía de los “deberías” se utiliza para manipular, o para controlar, o provocar malestar en el otro.
Ejemplo: Si yo ahora empiezo a decirte: “Tú deberías haber sido, deberías haber sacado mejores notas, deberías haberte puesto de…”. “Deberías”.
Todos esos “deberías” realmente lo que se está resaltando es lo que NO TIENE LA OTRA PERSONA.
Sí, a veces, en dinámicas de comunicación, ya sean familiares o laborales, entre las personas, las personas utilizan la tiranía de los “deberías” para hacer chantaje emocional, para controlar.
Lo cierto es que también hay que decir que, en el proceso de aprendizaje, cuando cometemos errores, ahí aprendemos, y ahí entra el lenguaje de las tiranías: “Debería haber hecho esto de manera diferente.
Cuidado cuando:
Esta tiranía de los “deberías” nos machaca la autoestima, nos asusta, alimenta el lobo del miedo, nos posiciona en un lugar donde nos sentimos que somos un fracaso, que no somos suficientes, que no estamos a la altura.
Y hay que tener muchísimo cuidado, porque daña, nos puede dejar totalmente destruidos, con niveles de ansiedad muy agudos, incluso nos puede llevar a la depresión.
Entonces, hay que diferenciar entre la tiranía de los “deberías” y el proceso de aprendizaje
El debería no tiránico
La próxima vez voy a hacer esto de esta otra manera. Ese “debería” no es tiránico.
Forma parte de un proceso de aprendizaje, de hacer las cosas de manera diferente: lo que no sabía antes, ahora lo sé.
Y lo voy a probar de manera diferente.
Voy a usar la creatividad, incluso el juego, si hace falta.
¿Qué hacer?
Atrévete a cambiar los “debería” por “podría”, o mejor aún por “me gustaría”; y checa cómo te sientes. No es lo mismo decir “debo ayudar siempre a los demás” que “me gusta ayudar a los demás”; ni tampoco te hace sentir igual pensar “debo de conseguir el ascenso” que “me gustaría conseguir el ascenso”; usando “me gustaría” no sientes que sea una obligación, la presión disminuye, y eso permite que tu motivación se mantenga, y que centres tus recursos en alcanzar aquello que deseas.
Se trata de aceptar que las cosas pueden ser diferentes a cómo desearíamos. Cuando esto ocurra, es verdad que sentiremos cierto malestar emocional; es normal, y sano, sentir tristeza, frustración e incluso enfado cuando deseamos algo y no lo conseguimos; pero si somos flexibles, esas emociones no nos paralizarán, seguiremos adelante, y buscaremos las estrategias más adecuadas para adaptarnos a la nueva situación.