Tere Díaz
Psicoterapeuta, especialista en desarrollo personal y terapia de pareja. Autora del libro ¿Cómo identificar a un patán? y el más reciente: “¿Por qué nos mentimos si nos amamos?”
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¿Hemos nacido para ser felices o la felicidad es un espejismo?
¿La felicidad es un derecho o una obligación?
¿Existen recetas certeras para alcanzarla?
Lo aceptemos o no, lo digamos o no, seamos concientes de ello o lo mantengamos en el inconsciente, todos aspiramos en esta vida a cierto grado de bienestar y satisfacción.
¿Qué significa ser feliz?
¡No existe un acuerdo sobre lo que es!: aspiramos a ello, pero no podemos hablar de “la felicidad” como algo único y universal. Lo que sí es universal es que podemos vivir profundamente infelices.
Antaño se pensaba en sobrevivir, no en ser felices
Hoy no solo se sobrevalora este derecho, sino que es casi una obligación: buscar y encontrar la felicidad a cualquier costo es una tarea. Pero correr frenéticamente para conseguir “un ideal” es estresante en sí mismo.
Cuando no estamos bien… Arrancamos el año, y tras cerrar un 2021 difícil, pasamos página, miramos al futuro, y resulta que no nos sentimos bien, que no estamos bien.
¿Qué nos aqueja hoy?
Flojera. Miedo. Cansancio. Depresión. Aburrimiento. Decepción. Procastinación. Sin sentido. Y muchos problemas de salud mental, junto con todos esos síntomas…
Normalicemos el malestar
Si bien el actual mundo digital, sobre acelerado e individualista; aunado a al desgaste sostenido de la pandemia (con las pérdidas acaecidas en ella y lo difícil de retomar la vida) detonan malestares y enfermedades propios de nuestra era, el desgaste emocional ha acompañado desde siempre a los seres humanos. No son exclusividad de nuestros tiempos líquídos caracterizados por la incertidumbre, el cambio constante, y la contradicción.
La organización mundial de la salud afirma que 1 de cada 4 personas sufre un trastorno emocional caracterizado por la ansiedad galopante, la experiencia de sin sentido y de falta de identidad. El neurólogo Oliver Sacks llamos a estas patologías enfermedades moralmente neutras. Ante esta realidad no hay necesidad de ponernos disfraces, disimular y culparnos. Esto agrava el problema.
La real que se impone consiste en dos cosas
Vivimos “bajoneados” por el peso de las adversidades que atravesamos, hemos atravesado y vamos a atravesar: duelos, estrés, confinamiento, violencia, trabajo precario
La necesidad de reconocer y utilizar los recursos que tenemos para lidiar con las heridas que provocan.
*Insistir solo en las flaquezas nos deja en soledad. Estos malestares, que pueden devenir en trastornos de la mente, necesitamos sacarlos del silencio. Sin duda pueden ser un enigma, pero no tienen por qué ser un estigma.
¿Qué recursos tenemos?
Sin importar la cultura, el grado de modernización, la ciase social, la edad o el sexo, todos tenemos uno o más recursos y todos los podemos entrenar y desarrollar para generar disfrute en la vida.
Capacidad de introspección. Criticarnos para mejorarnos.
Auto compasión no victimezca.
Técnicas concretas (y diversas) del manejo del estrés y la ansiedad. ¿Qué nos sirve a cada quién? (Ejercicio, meditar, trabajar, relacionarnos, arte, actividades manuales).
Acción: Metas claras y retroalimentación.
Aprender del fracaso: las malas experiencias de la vida se asimilan bien y por tanto aportan crecimiento.
Integridad. No traicionarte a ti mismo.
Conciencia de interdependencia. La conexión genera protección.
Flexibilidad. Capacidad de adaptación al cambio que nos permite sentirnos cómodos en diversas situaciones y con distintas personas.
Voluntad férrea que tolera – en términos generales – la frustración y puede postergar la gratificación hedónica inmediata, y desarrolla la resistencia necesaria para atravesar al sufrimiento propio de la vida.
Optimismo realista.
Sentido del humor.
Sentido de propósito. Significado trascendente.
Pedir ayuda profesional, psiquiatríca y/o psicológica.
Seamos suficientemente felices
Lo primero que impide la experiencia de “ser feliz” es soñar con una felicidad total y absoluta. Pensemos en la felicidad como una experiencia posible en vez de “idealizarla” queriéndola asir permanentemente a través de cosas muy concretas, de situaciones muy planeadas, y con personas muy esperadas.
El común denominador las personas realistamente optimistas y a cargo de su propia vida es la sensación de que su vida es buena, tiene sentido y vale la pena.
Pensemos en la felicidad como una condición interna (no externa) que genera cierto bienestar, suficiente satisfacción y en ocasiones sentimientos de alegría. Una concepción de felicidad es un “ideal” no solo inalcanzable, sino infantil.
La alegría de vivir, dependen en último término y directamente de cómo la mente filtra e interpreta las experiencias cotidianas.
La verdadera felicidad se plasma en lo cotidiano, en nuestros actos de cada día, en nuestros pasos reales por el mundo real. La felicidad es una construcción personal, una elección vital que se juega en cada una de nuestras decisiones. Es una elección que se construye, de manera real, en un mundo real…