Tony Karam
Presidente y fundador de Casa Tibet México. Organizador de las visitas de Su Santidad el XIV Dalai Lama a México. Uno de los más importantes especialistas entorno al budismo y el Tibet en el mundo y promotor de diversas iniciativas orientadas a la mejoría de la condición de vida del hombre. Es Lic. en Estudios Budistas por la Naropa University, Boulder, Colorado.
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Tanto de nuestro sufrimiento, como individuos y sociedad es producto del temor. Comúnmente concebimos al miedo como algo terrible y doloroso. Sin embargo, para los budistas, los grandes psicólogos de la humanidad, esta emoción curiosamente no se incluye dentro de sus largas y detalladas listas de aflicciones mentales contenidas dentro de la literatura del Abhidharma, las enseñanzas budistas esenciales entorno a la psicología y la epistemología. Se menciona e incluye al enojo, la impaciencia, así como muchas otras aflicciones, pero no el miedo. Siempre consideré a esto como un dato curioso, pero si lo examinamos cercanamente descubriremos de que manera esta decisión tiene sentido.
Verse libre del miedo es algo exaltado en la filosofía y práctica del budismo. Uno de los tres tipos de dar es ofrecer a una persona protección del miedo. Es la esencia del famoso abhaya mudra o el gesto del Buda de no temer. De hecho, una de las cualidades principales de un Buda, de alguien despierto es la ausencia de temor. El gesto de la ausencia del miedo comunica la simple determinación de aceptar lo que fuera se presente en nuestras vidas, no se trata de una actitud de indiferencia adolecente acompañada de un tinte de agresión. Aceptar lo que fuere se refiere a abrazar la realidad, la manera en que las cosas son. Las cosas pasan porque otras cosas han pasado, esta es la esencia de la ley del Karma. El miedo comúnmente adviene de la resistencia o negación entorno a la impermanencia o condición transitoria de todos los fenómenos, apariencias y eventos vitales. El envejecimiento, la enfermedad y la muerte.
La manera de trascender el miedo es comprender la realidad del sufrimiento y como este es consecuencia esencialmente de nuestra ignorancia, apego y aversión. Somos cada uno de nosotros cocreadores de nuestra propia experiencia. Si bien el mundo y sus apariencias influencian la conformación de la misma, no la determinan. Es la mente o consciencia del individuo el agente primario creador de la experiencia y por ende del mundo.
Existen dos tipos de temor, el constructivo y el neurótico.
El constructivo nos avisa del peligro como quizá ser devorados por un animal salvaje o atropellados en la calle.
El neurótico es aquel resultante de vivir en el pasado o amedrentados por el futuro inconscientes entrono al hecho de que el primero ya no existe y el segundo todavía no arriba a la existencia. En realidad lo único que existe es el presente nada más.
Por tanto como lidiar con el miedo:
Calmar la mente y el cuerpo
Desarrollar una actitud de bondad, amor y compasión hacia todo y todos los que nos rodean.
Abrazar la realidad tal cual es, su naturaleza transitoria, el hecho de que carecemos de una identidad fija y absoluta y en especial la comprensión entorno a la ausencia de cualidades objetivas en todo fenómeno. Recordemos el refrán popular: “Nada es verdad ni mentira, todo depende del cristal con que se mira”
Vivir ausente de temor es vivir presente, dispuesto a trabajar con cualquier circunstancia vital. Iluminados por la certeza de que en realidad el único genuino enemigo con el que debemos de luchar está dentro de nosotros mismos y no es otro que la ignorancia, la fuerza del apego y la aversión u hostilidad.