Muchos aman comer rápido, peeero una investigación reciente explica que estamos haciendo que nuestro metabolismo se ponga con los pelos de punta. Aquí les vamos a explicar.
Sabemos que estamos en estrés total todos los días y que muchas veces pensamos que comer es una pérdida de tiempo o lo hacemos súper rápido y en lugar de hacernos un bien, nos estamos poniendo el pie en la nutrición.
Resultase ser que Cristina Bedmar, profesora colaboradora de los estudios de Ciencias de la Salud de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), se puso a hacer una investigación sobre cómo comemos y cómo nos afecta hacerlo tan rápido.
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¿En qué nos afecta comer rápido?
Además de que nos llenamos de cortisol por andar con prisas y agobios, nuestro cuerpo no está haciendo los movimientos básicos que tendría que hacer cuando come, es decir, mover los músculos lentamente y fortalecer los dientes.
Y es que comer en menos de 15 o 20 minutos, no masticar bien o no hacer pausas entre mordisco y mordisco son indicadores de que comemos demasiado rápido puede “provocar malestar gástrico o reflujo gastroesofágico, ingerir alimentos muy rápido puede dar lugar, en el corto plazo, a problemas de distensión abdominal y malestar debido a gases”, explicó a EFE Cristina Bedmar.
¡Comer rápido te puede subir de peso!
Además, explicó que a largo plazo, este comportamiento se puede relacionar con dolencias vinculadas al aumento de peso, como enfermedades cardiovasculares, sobrepeso u obesidad. “El hecho de comer más rápidamente puede llevarnos a comer más. Esto sucede porque no damos tiempo a que las señales de saciedad de nuestro organismo, que nos informan que ya hemos comido lo suficiente, lleguen a tiempo. “Entonces ingerimos más alimentos de los que realmente necesitamos, aumentando así el riesgo de incrementar el peso”, explicó Bedmar.
También explica en su investigación que al comer el cerebro tarda 20 minutos en enviar las señales de saciedad al cerebro, lo que provoca atracones.
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¿Cómo tenemos que comer?
Cristina Bedmar siempre dice que debemos de comer de manera tranquila, con tiempo y pausando entre los alimentos, ya que esto nos ayuda a percibir mejor los sabores de los alimentos y a disfrutar del momento, facilita el proceso digestivo y permite que sepamos cuándo es momento de dejar de comer.
“La digestión de los alimentos se inicia ya en la boca con la secreción de las primeras enzimas digestivas, y masticar bien los alimentos facilita los siguientes pasos de la digestión, que tendrán lugar en el estómago”, añade.
Por último, el agregar vegetales crudos a nuestra alimentación puede ayudar a que comamos más lento, por ejemplo si nos comemos una zanahoria, tardaremos más que un puré de papa, además que pueden marcar la velocidad a la hora de comer, la velocidad de la digestión y del azúcar que pasará a nuestra sangre.
“No tendremos la misma respuesta glucémica (potencial de un alimento para aumentar el azúcar en sangre), bebiendo 200 mililitros de zumo, que al consumir el mismo azúcar comiendo dos naranjas enteras, ni la respuesta glucémica será la misma si nos tomamos el zumo acompañándolo con pan integral con queso”, concluyó Bedmar.
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